“Creo, Señor». Y se postró ante él”. Catequesis que nos enseña un itinerario de fe, un camino de fe no sólo del ciego de la historia sino también de cada uno de nosotros: un tal Jesús, un profeta, el Señor ante quien el ciego se postra. ¿En qué momento de ese itinerario de fe nos encontramos? El Señor nos invita a salir de nuestras “cegueras”, ¿cuáles son ellas?, ¿qué me mantiene en la oscuridad?, ¿afán de poder, riqueza, fama, etc.? En el fondo, entiendo que el relato tiene como finalidad la manifestación de Jesús como luz del mundo. Y sucede algo curioso, y es que cuando nos vamos acercando al Señor nos vamos viendo tal y como somos, con nuestro barro, nuestra fragilidad, el pecado, etc.; y lo grande de todo ello es que el Señor nos acoge así con nuestro pecado y debilidades. Y entonces, cuando nos damos cuenta de ello, comienza en nosotros un proceso de cambio y vamos dejando atrás las viejas costumbres, el pecado queda ya como algo del pasado. No quiere decir eso que no pequemos más, pero sí que somos más conscientes de ello y, en consecuencia, rectificamos porque no queremos dañar la amistad con el Señor ni con los otros. No importa si Jesús es para nosotros hoy sólo un profeta, lo que importa es seguir caminando, como el ciego del relato, para que llegue a ser el Señor. Feliz día.